julio 30, 2011

Ella dice estar bien



¿Por qué tendría que llorar por ti? Tú me haces feliz, no tendría que llorar por ti. Créeme que lo intenté, pero no pude. No era porque me hayas hecho algo malo, era porque te extrañaba, es porque te extraño y no puedo estar contigo.

Toda la tarde traté de esquivarte de mis pensamientos, traté de entretenerme en cualquier otra cosa para no pensar en ti y en lo mucho que me haces falta. Me mantuve ocupada todo el día, pero al llegar la noche sabía que no podría seguir haciéndolo, quería prepararme y tratar de no llorar como estuve a punto de hacerlo en la tarde, pero ya lo dije, no pude. Las lágrimas resbalaron por mis mejillas mientras mi corazón se oprimía y mi mente no dejaba de recordarme lo mucho que te extraño.

Tenía la esperanza de encontrarte en msn, pero no estabas. Te envié un mensaje al celular, pensaba que tal vez lo leías mañana porque estarías durmiendo. Te conectaste. Si supieras cómo salta mi corazón cuando aparece esa ventanita. Tenía esperanzas de encontrarte, pero igual es una pena que odie al msn, lo odio porque no me permite estar contigo, lo odio porque me mantiene alejada de ti. Sí, me mantiene alejada, incluso si es el único medio por el cual ahora podemos hablar, por msn no puedo abrazarte ni besarte ni ninguna otra cosa.

Tú estás ahí y me escribes, la verdad es que no te presto tanta atención porque tú no estás igual que yo, tú no estás triste o no lo demuestras, eso está bien, al menos uno de los dos está bien o intenta estar bien. ¿Es tonto que esté triste? No lo sé, yo estoy triste, estaba llorando un poquito hasta que la canción que escuchaba dijo "No llores más" y el efecto fue todo lo contrario, lloré más. Te veo y me da rabia, pensar que solo tengo que conformarme con verte. No sé qué piensas, pero seguro estás pensando en que no debiste conectarte, en que no te hago mucho caso y deberías estar durmiendo, tal vez piensas que soy una dramática. Quizá ya no sabes qué decirme y lo entiendo, intentaste hacerme reir y no lo conseguiste... Estoy triste, déjame estarlo.

Hablamos de sabe Dios qué, solo hablamos porque ninguno quiere seguir con el tema de lo triste que estoy o que estamos, aparentemente las cosas están mejor, tú al menos te ries un poquito y eso de cierto modo me hace sentir mejor, ¿Te dije que te ves increiblemente guapo? Sí, te lo dije, parece que te avergonzaste, pero no puedo mentir, no me gusta hacerlo y en verdad que te ves guapo, ojalá estuvieras aquí conmigo... Así podría mirarte mucho más cerca, así tú no me mires porque esquivas la mirada, no sé por qué lo haces, pero no importa. Yo quiero mirarte, mirarte con dulcura porque es como lo hago, aunque tú no te des cuenta. Mirarte y pensar: ese es el chico con el que quiero compartir mi vida, luego abrazarte y cerrar los ojos, tenerte conmigo y sentir que me proteges y me sostienes con cariño, tal vez con amor... besarte y no querer que termine nunca esos segundos o minutos.

Ahora solo hablamos de cosas que hagan pasar el tiempo hasta que sea la hora de ir a dormir y olvidarnos de esto. Tal vez estás pensando en que ya se me pasó, pero nada de eso. Al menos creo que te hice creer que ya no estoy tan triste y te sigo en lo que sea que estamos hablando, te darás cuenta tarde que sigo igual, que te sigo extrañando como no tienes idea y que las lágrimas ya se secaron, pero no significa que mis sentimientos hayan cambiado. Está bien, ya no importa, yo me desahogo escribiendo esto que a nadie le interesa, pensando en qué palabras poner para que esan exactas a lo que siento y no mentir en nada, no exagerar. Tú sigues ahí escribiéndome y yo te contesto, no hablamos nada relevante, pero hacemos pasar el tiempo.

Parece que todo seguirá igual, solo me queda esperar el momento en que te vea otra vez y lo genial que será. Ya no puedo seguir aquí, no me siento bien como te hice creer. Espero verte pronto y dejar de estar así como me siento ahora, no tan feliz como cuando estás conmigo. Iré a mi cama a pensar en ti, a pensar en mí, y en ambos, entonces es probable que siga derramando lágrimas y eso me gusta en cierta parte, porque de ese modo compruebo que te quiero de verdad, de lo contrario no estaría llorando silenciosamente por andar extrañandote... ¿Qué más puedo decirte, sin decirte, antes de irme? algo sincero: Te quiero, te quiero demasiado. Te veo pronto...

Ella dice estar bien, su mente dividida está y comienza a llorar...

julio 26, 2011

No cometas más errores



Estabas delante mío. Vestías con jean, polo negro y camisa blanca (sí, te veías sexy), además las zapatillas "nuevas" que te compraste una de las últimas veces que nos vimos. Me acerqué a ti y te saludé de inmediato, sentí el perfume que usabas y no había cambiado en tres años, quise tocar tu cabello, todo ruloso y un poco corto (sabías que me gustaba, me acordé cuando lo comparaba con el de Nick Jonas), entonces me reí y tú me miraste sin entender.

Decidimos sentarnos en aquel murito de la resi, ese murito donde tiempo atrás me tenías abrazada y veíamos a los abuelitos ir por todas partes, donde me hiciste escuchar lo de palomita buena onda y reíamos, donde me dijiste 'Te amo, pequeña, eres todo lo que necesito', y también ese murito donde me senté a llorar cuando terminamos. Corrección: me terminaste.

Ninguno de los dos quería hablar primero, pero en unos segundos tuviste que decir algo, después de todo fuiste tú quien me citó. Me recordaste cuando tenía 15 años y tú 18. Sí, me recordaste todo el tiempo que pasamos (aunque solo me hiciste recordar todo lo bueno). Inmediatamente te hice saber que ya no tenía 15 años, que ahora tenía 18 y tú 21, las cosas cambian.

- No todo ha cambiado - dijiste, entonces quise saber qué es lo que no había cambiado.
- Lo que siento por ti - contestaste, esperando que agrege algo.
- Nada, nada sientes tú por mí porque eso es lo que sentías antes: Nada - te dije un poco cortante y fastidiada.
- Deja de decir tonterías niñita - dijiste sin darle demasiada importancia a mis palabras, mientras me mirabas con dulzura.
- Estoy aquí porque tengo que decirte que he cometido tantos errores... errores que ya no estoy dispuesto a cometer, quise venir a pedirte perdón porque bien sabes que fui una mierda, he sido muy malo contigo, te hice mucho daño y quiero que me perdones, sé que por mi culpa estuviste deprimida un buen tiempo, luego cambiaste totalmente. ¿Dónde está la niñita tierna y cariñosa que eras? Ahora pareces indiferente a todo - agregaste admitiendo cierta culpa.
- No seas pendejo, ¿No acabas de decir que me cambiaste, imbecil? - te dije mientras te lanzaba una mirada de desprecio.
- ¡Perdóname! - Repetías suplicante.
- ¿Sabe Miriam que estás conmigo? - quise saber.
- No. ¿Sabe tu chico que estás conmigo? - preguntaste como sabiendo de antemano la respuesta.
- No. ¿Quieres dejar de cometer errores y no le dices a tu enamorada que estás con tu ex? - te dije con un tono hostil.
- Es que yo a Miriam la amo, es la mujer de mi vida, no sé qué haría sin ella. Pero no me hubiera permitido verte. Luego de solucionar las cosas contigo no cometeré más errores - dijiste esperanzado.
- ¿Qué quieres?, ¿perdón? Bueno, te perdono. En serio, sabes que te amé y sufrí mucho, pero eso queda en el pasado. Ahora estoy bien, estoy enamorada realmente, soy muy feliz con él y él sí me quiere, así que ya no tiene caso. Te perdono y te deseo lo mejor - hice un intento de sonrisa. En verdad esperaba que le vaya bien, las cosas entre ambos deberían quedar bien para seguir con nuestras vidas, con caminos distintos.
- Me alegro pequeña, me alegra que alguien pueda hacer lo que yo no pude. Te quiero, Meylin y eso es lo que no cambia, mi palomita bonita, jajaja, lo siento bebé, me acuerdo cuando te decía esas cosas. Que seas muy feliz - Me sonreiste y encontré en tus palabras una verdadera sinceridad.

De pronto te acercas, yo entré en pánico. Sabía lo que vendría (No, please, no lo eches a perder). No tuve más tiempo así que me limité a dejarlo pasar. Sentí tu respiración, tus labios se acercaron pronto a los míos, estaba nerviosa, temblaba y tú también. Descubrimos que no pasó nada, no sentimos nada, ni el más mínimo aprecio o amor que pude haber sentido hace tres años, estoy segura que tú también lo sabías. Nada, eso era. No sentimos nada, te diste cuenta al igual que yo. Me separé de ti y me abrazaste, te abracé. Lo entendimos.

- Ahora vete y no cometas más errores - te ordené. Tú te levantaste, sonreíste, me guiñaste el ojo y desapareciste.

Yo me quedé con la cabeza gacha, pensando en lo que había hecho y si estaba dispuesta a contárselo, ¿De qué forma podría decirselo?, ¿se molestará? No quiero que se moleste, eso no fue más que un hasta nunca, aunque de todos modos siento culpa. Cerré los ojos un momento y respiré hondo, pensaba en cómo se lo diría... Eso es! Encontré la forma de decirlo, cuando abrí los ojos estaba en mi cama, un gol de Uruguay me había despertado, gracias al cielo solo fue un sueño.

julio 18, 2011

Te quiero, aunque ya no te quiera



Yo me iba ir, me iría a tirarme sobre mi cama y pensar en muchas cosas antes de dormir, pensaba hacerlo y no escribir... No quería escribir porque sabía que podría demorarme haciendolo y debo levantarme temprano, pero él dijo algo que me detuvo e hizo que estuviera aquí en este momento tratando de escribir algo coherente. ¿Qué me dijo? Te lo digo:

"Chau... te quiero!"

Y me dejó sin más... Podría haberle dado una respuesta y no estaría aquí escribiendo en este momento, pero no tuve tiempo porque se fue y yo demoré en pensar algo. Entonces voy a recordar lo que andaba hablando con él la última hora... acerca del "Te quiero". Yo digo que lo quiero, pero temo que esa palabra pronto pierda su significado o lo que sea, temo que ya no pueda decirlo, que ya no sienta quererlo, que me vea obligada a decirle Te quiero aunque ya no lo quiera. Eso pasará porque siempre pasa, entonces no sé lo que ocurrírá. Lo voy a querer y no lo voy a querer, voy a quererlo conmigo... Pero ese sentimiento tal vez haya desaparecido. ¿Qué haré? No sé.

¿Cómo estás, Meylin? Estoy confundida (así como le dije), aunque ahora me preocupa cómo está él, quiero que esté bien, pero al parecer mi actitud no hará que se sienta bien y eso es malo para él y para mí.

Yo también te quiero! Dime que me quieres, si es que me quieres y yo también te lo diré, cuando deje de hacerlo no te mentiré, no te lo diré. Prefiero no decirtelo a decirte un "Te quiero" agrio, un Te quiero que no significa nada, un simple Te quiero, sin pena ni gloria, ese Te quiero aunque ya no te quiera.

Ahora mismo quiero que llueva, que no haya gente ni carros, que pueda escaparme y perderme, no estoy llorando, no creo que lo haga, no es de madrugada, tal vez no sería perfecto. Pero en mi cama ahora no podría pensar como quiero, y ahorita ya no me salen las palabras que pensaba escribir. Estoy helada, como temblando, estoy triste en cierto modo, confundida y cansada. ¿Tú? Imagino que estás en tu cama pensando en algo, tal vez en ti, tal vez en mí, tal vez en ambos o en el "Te quiero", así como yo, que aunque esté cuestionandome acerca de esto y lo que siento o lo que no siento, Te quiero y voy a quererte y decírtelo cuando lo sienta, cuando te quiera, cuando ya no sean solo ocho letras y dos palabras, cuando vaya mucho más allá y confíe en que puedas sentirlo sin pensar que lo digo por decir o sin ganas, sin quererte.

Por cierto: Chau... También te quiero!!!

Nota la diferencia, no lo explicaré.

julio 13, 2011

Escrito a ciegas



¿Quieres tú saber de mi vida?
Yo sólo sé de mi paso,
De mi peso,
De mi tristeza y de mi zapato.
¿Por qué preguntas quién soy,
Adónde voy?... Porque sabes harto
Lo del Poeta, el duro
Y sensible volumen de ser mi humano,
Que es un cuerpo y vocación,
Sin embargo.
Si nací, lo recuerda el Año
Aquel de quien no me acuerdo,
Porque vivo, porque me mato.

Mi Ángel no el de la Guarda.
Mi Ángel es del Hartazgo y Retazo,
Que me lleva sin término,
Tropezando, siempre tropezando,
En esta sombra deslumbrante
Que es la Vida, y su engaño y su encanto.

Cuando lo sepas todo...
Cuando sepas no preguntar...
Cuando no sepas no saber nada
Sino roerte la uña de mortal,
Entonces te diré mi vida,
Que no es más que una palabra de más...

La toda tuya vida es como cada ola:
Saber matar,
Saber morir,
Y no saber retener su caudal,
Y no saber discurrir y volver a su principio,
Y no saber contenerse en su afán...
Si quieres saber de mi vida,
Vete a mirar al Mar.

¿Por qué me la pides, Literata?
¿Ignoras acaso que en el Mundo,
Todo de nadas acumuladas,
De desengrandar infinitudes,
No sino un trasgo
Eterno, sombra apenas de apetito de algo?

La cosa real, si la pretendes
No es aprehenderla sino imaginarla.
Lo real no se le coge: se le sigue,
Y para eso son el sueño y la palabra.
¡Cuídate de su atajo!
¡Cuídate de su distancia!
¡Cuídate de su despeñadero!
¡Cuídate de su cabaña!

¿Quién soy? Soy mi qué,
Inefable e innumerable
Figura y alma de la ira.
No, eso fue al fin... y era al principio,
Antes de donde el principio principia.
Soy un cuerpo de espíritu de furia
Asentada y de aceda ironía.
No, no soy el que busca
El poema, ni siquiera la vida...
Soy un animal acosado por su ser
Que es una verdad y una mentira.

¡Es tan simple mi ser, y tal ahogo,
Con punzada en nervio y carne!...
Yo buscaba otro ser,
Y ése ha sido mi buscarme.
Yo no quería ni quiero ya ser yo,
Sino otro que se salvara o que se salve,
No el del Instinto, que se pierde,
Ni el del Entendimiento, que se retrae.

Mi día es otro día,
Algún no sé dónde estarme,
A dónde no sé ir en mi selva
Entre mis reptiles y mis árboles,
Libros y cementos
Y estrellas de neón,
Y mujeres que se me juntan como la pared
Y como nadie... o como madre,
Y el recién nacido que sobre mí llora,
Y por la calle
Todas las ruedas
Reales y originales.
Así es mi día cabal,
Hasta la última tarde.

Y escribí libros para persuadirme
A que yo era alguien,
Uno según mi gana
O según mi nadie.

El Otro, el Prójimo, es un fantasma.
¿Existe el aire,
Donde te asfixias y recreas
Respirando, tu cuerpo inane?
¡No, nada es sino la sorpresa
Eterna de tu mismo reencontrarte
Siempre tú los mismos entre los mismos muros
De las distancias y las calles!
¡Y de los cielos estos techos
Que nunca me ultiman porque nunca caen!

Y no alcancé el furor de lo divino,
Ni a la simpatía de lo humano
Lo soy y no lo siento ni así me siento.
Soy en el Día el Solitario
Y el absoluto en la Zoología si pienso,
O como carnívoro feroz si agarro.
¿Soy la Creatura o el Creador?
¿Soy la Materia o el Milagro?
¡Qué mía y qué ajena tu pregunta!...
¿Quién soy? ¿Lo sé yo acaso?
¡Pero no, el Otro no es!
¡Sólo yo en mi terror o en mi orgasmo!

¡Y con todos mis sueños resoñados,
Y con toda la moneda recogida,
Y con todo mi cuerpo, resurrecto
Tras cada coito, ciego, vano, sin pupila!...
¡Cuando no seas nada más que ser,
Si llegas a la edad de la agonía!...
¡Cuando sepas, verdaderamente,
Que es inayable ayuntamiento de muerte y vida!...
¡Entonces te diré quién soy,
Seguro sí, que ya sin voz, Amiga!

Que se curan con hierbas eficaces
Los puros animales que te hablaban
Allá, entre piedras inmateriales.
El mundo real y la ciencia humana
Donde, con una pelota
Los muchachos aparentes hediondos gozaban.
Sí, la vida es un delirio así, y sin embargo,
En esa vida no estuvo mi nada,
Ninguna, pero real, y alta pero celeste o volcánica.

¡Qué tarde llega el Tiempo
A su punto de olvido o de sensibilidad!
Viene arrastrando, como el aluvión,
De cúmulo, de suelo, de humanidad.
¡Cuán a destiempo llega uno a sí mismo!
¡Cuán inesperado y desesperado cualquier ya,
Todo yo que cae con el Tiempo
Desde nunca siempre y para siempre jamás!
¡Qué madrugada eterna no dormida
Lo del resolverme en el hacer y en el pensar!

La Soledad es una roca dura
Contra la que arroja el Aire.
Está en cada pared de la Ciudad,
Cómplice, disimulándose.
Me arrojo o me arrojo, sin cesar
-Yo soy mi impedimento y mi crearme.-

La Poesía es, amiga,
Inagotable, incorregible, ínsita.
Es el río infinito
Todo de sangre,
Todo de meandro, todo de ruina y arrastre de vivido...
¿Qué es la Palabra
Sino vario y vano grito?
¿Qué es la imagen de la Poética
Sino un veloz leño bajo un gato írrito?
Todo es aluvión. Si no lo fuera,
Nada sería lo real, lo mismo.

El Amor no sabía
Sino tragarse su substancia
Y así la Creación se renovaba.
Todo me era de ayer, pero yo vivo,
Y a veces creo, y la Vez me amamanta.

No soy ninguno que sabe.
Soy el uno que ya no cree
Ni en el hombre,
Ni en la mujer,
Ni en la casa de un solo piso,
Ni en el panque con miel.
No soy más que una palabra
Volada de la sien
Y que procura compadecerse
Y anidar en algún alto tal vez
De la primavera lóbrega
Del Ser
No me preguntes más,
Que ya no sé...

Supe que no era lo que no era, no sé cómo, y todo era
Hasta la cosa de mi nada.
Y fui uno no sé cuándo,
Persiguiendo, por entre numen y maraña
Dentro de ella, yo, nacido y flaco, ya con todas armas,
Yo por todo paso que me hacía,
A ello persiguiendo... a la palabra
A cualquiera,
A la de a la madriguera o a la que salta.
Si mi vida no es esto
¿Qué será la vida?... ¿Adivinanza?...

Que me dé tiempo el Tiempo, a más del suyo,
Y yo me reharé mi eternidad;
La que me falta,
Porque la eché... me estuvo un momento demás.

¿Sabes de los puertos encallados
Del furor y del desembarcar,
Y del cetáceo con mojadísimo uniforme
Que no nada y cae ya?
¿Sabes de la ciudad tanta,
Que me parece ciudad,
Sino un cadáver disgregado,
Innumerable e infinitesimal?
Tú no sabes nada;
Tú no sabes sino preguntar.
Tú no sabes sino sabiduría.
Pero sabiduría no es estar
Sin noción de nada, sino proseguir o seguir
A pie hacia el ya.


[Martín Adán]